El mundo visto a través del ego es un mundo accidentado y enfermo debido al incesante deseo. Intentar satisfacer las demandas del ego es como intentar nombrar el número más alto. No importa lo grande que sea el número en que pensemos, siempre podremos sumarle uno y obtener un número más grande todavía. No hay forma de llegar al último. 
Queridos amigos, ¿no es verdad que sin importar el 
dinero que una persona tenga, siempre piensa que necesita un poco más, que sin importar lo cómoda que sea la casa de una persona, siempre quiere un lugar que sea un poco más palaciego, que sin importar cuántos admiradores tenga, necesita siempre escuchar unos pocos aplausos más? Los esfuerzos constantes dan lugar a una lucha constante. Y bien, ¿qué tenemos que hacer? Primero debemos comprender que los problemas que el ego crea no pueden solucionarse en el mundo de ilusiones siempre cambiantes del Samsara. ¿Por qué? Porque el ego es en sí mismo cambiante, un ser ficticio que actúa y reacciona en respuesta a las fluctuantes condiciones de la vida - condiciones que nunca pueden ser lo bastante comprendidas.
Es como intentar jugar al fútbol cuando la longitud del campo está en constante cambio; y en vez de un balón en juego, hay veinte; y los jugadores están o bien hablando y dejando de lado el juego o bien durmiendo sobre el césped. Nadie está realmente seguro del juego que se está jugando y todos juegan con reglas diferentes. Entonces, nadie que esperase ser tanto jugador como árbitro podría encontrar placer en semejante juego. Encontraría su vida sobre el campo como un ejercicio sin fin de miedo, confusión, frustración y agotamiento.


Las Enseñanzas del Maestro Hsu Yun (Nube Vacía)
Ming Zhen (Chuan Yuan) Shakya y Upasaka Richard Cheung 
Edición 2004, revisada por la Ven. Hortensia De la Torre

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